1.- El cultivo de la vid

La vid es una especie característica de la cultura y el paisaje agrario en la mayor parte del territorio español, peninsular e insular.

En general, se trata de una planta sobria, de pocas exigencias edáficas, por lo que se la suelen reservar los terrenos menos productivos: pedregosos, pendientes, a veces pobres en nutrientes.

Para la producción de los mejores vinos, la vid requiere suficiente frío invernal, lluvias primaverales, y sol con calor moderado durante el crecimiento y la maduración de los frutos en el verano.

En relación al clima y los factores meteorológicos, sus características generales son: sensibilidad a las heladas primaverales, las granizadas primaverales y de verano, las altas temperaturas en verano, las lluvias en la época de la vendimia y el calor húmedo durante todo su ciclo vegetativo. Además necesita un clima con un verano relativamente seco, soleado y moderadamente caluroso (para producir azúcar); y le favorece un invierno relativamente frío y con precipitaciones. En zonas más lluviosas como el País Vasco o Galicia, las humedades estivales favorecen de manera notable las enfermedades criptogámicas, el “oídio” y el “mildiu”.

Las temperaturas mínimas que puede soportar la vid en invierno, son de hasta -20º C, por debajo sufren graves daños, aunque las vides viejas pero vigorosas aguantan mejor que las jóvenes. Las heladas por debajo de -2º C que se producen después de la brotación suelen destruir totalmente la cosecha. En las zonas con riesgo de heladas tardías se deben de adoptar variedades de brotación tardía, o se retrasa la poda, de modo que, aunque se produzcan daños, se disponga de más brotes utilizables. Los cultivos elevados sufren menos heladas que los bajos, más próximos al suelo.

En verano, las temperaturas demasiado altas, especialmente si van acompañadas de un aire seco, o hay viento cálido-seco, queman las hojas y los racimos. El calor deseca el suelo, detiene el crecimiento de los frutos y adelanta su maduración; además, produce azúcar y por tanto, tras la fermentación, vinos de alta graduación, además baja la acidez, al aumentar el potasio y disminuir el ácido tartárico, en uvas y vino, por lo que éste es menos “fresco”, más empalagoso, almacenado se conserva peor y es más vulnerable a la contaminación microbiana. En climas frescos los vinos son menos alcohólicos y más ácidos.

La vid es resistente a la sequía por poseer raíces profundas; el cultivo es adecuado en regiones con una precipitación anual de 600 a 800 mm, aunque también se cultiva en zonas con 250 mm anuales si caen distribuidos de forma conveniente. La precipitación durante la floración puede provocar la caída de las flores.

La fenología del ciclo vegetativo de la vid es muy variable según las distintas comarcas, pagos, variedades genéticas, meteorología del año y tratamientos del cultivo. Existen dentro de una misma comarca, o de una misma zona de denominación de origen, variaciones significativas.

La vid, las viñas y los viñedos, son característicos de los paisajes españoles, sobre todo mediterráneos, su importancia es agrícola, ecológica y cultural. Por su interés económico es importante realizar estudios agrometeorológicos aplicados a este cultivo, a las variedades de la especie y a las denominaciones de origen de los distintos vinos. El clima condiciona el cultivo pero también los cultivos (su fenología, su producción) y las “añadas” (sus propiedades y características químicas) nos dan información sobre los climas locales y sobre el carácter climático de un año agrícola en una zona.

2.- Enfermedades

Las principales enfermedades que pueden afectar al cultivo de la vid son aquellas causadas por hongos, cuyos síntomas pueden ser muy diversos, aleatorios y difíciles de identificar en ocasiones. Los hongos están presentes en el suelo y/o en el ambiente y, solo basta que se den las condiciones adecuadas para su desarrollo para que estos colonicen y dañen la planta. Entre los más importantes se encuentran:

Mildiu

Esta enfermedad se caracteriza por producir unas manchas de color verde pálido en el haz de las hojas y un moho pubescente en el envés. Las áreas afectadas se secan y se vuelven quebradizas y, como consecuencia, las hojas se encrespan y caen. Los granos enfermos se contraen y se tornan marrones y correosos. Las puntas de los sarmientos también pueden verse afectadas.

El viticultor debe eliminar y destruir todos los pámpanos y las hojas enfermas para evitar que el hongo sobreviva durante el invierno, aunque algunas esporas pueden pasar el invierno en las yemas y en los sarmientos.

Si se sospecha que la infección puede producirse, se pueden aplicar tratamientos preventivos  antes de que las vides estén en flor, y repetir esta operación a intervalos de entre 10 y 14 días, abandonándola en el momento en que en que las condiciones climáticas ya no sean favorables para el desarrollo del hongo o cuando los plazos de seguridad de los fitosanitarios puedan solaparse con la fecha de vendimia.

Oidio

Esta enfermedad se produce sobre todo cuando el suelo es seco y la atmósfera húmeda. Se desarrolla como un manto blanco y ralo de esporas, y el síntoma más evidente lo constituye la decoloración gris o purpúrea de las áreas afectadas. La enfermedad puede atacar también a las flores y los frutos provocando su caída. En una etapa posterior, las uvas pierden elasticidad y se endurecen y, al aumentar su tamaño la piel acaba por rajarse. Cuando esto ocurre, los racimos son atacados por un hongo secundario, la podredumbre gris, que puede producir una podredumbre extensiva.

En cuanto aparezca la enfermedad, el viticultor debe combatirla para que los posibles daños no sean excesivos. Si la enfermedad se ha presentado ya en años anteriores, la primera aplicación de fungicida, cualquiera que sea el que se utilice, deberá realizarse entre 10 y 14 días antes del momento en que se espera la manifestación de la enfermedad. También existen maneras de prevenirla, evitando el exceso de sarmientos y de follaje, para mantener la zona de los racimos bien aireada.

Podredumbre gris

Es la enfermedad más perjudicial de las que pueden afectar a los viñedos.

Las uvas afectadas se pudren, y quedan cubiertas por una densa masa vellosa de color marrón grisáceo, producida por el desarrollo de los hongos. Los hongos pueden dañar los granos directamente, o bien invadir las partes florales, de modo que los frutos broten ya infectados. En cualquiera de los dos casos, una vez que la enfermedad se ha establecido, se puede extender rápidamente tanto por contacto como por esporas aéreas, muy numerosas. Con clima húmedo la pérdida de producción puede ser considerable.

En los viñedos resulta difícil controlar la enfermedad. Por ello, cuando se produzca una humedad persistente, el viticultor debe mejorar la aireación de los racimos mediante un aclareo, suprimiendo racimos y suprimiendo con sensatez algunos de los sarmientos. Existen fungicidas especiales para combatir esta enfermedad, pero hay que tener en cuenta si nivel de residuos y su plazo de seguridad de cara a la vendimia.

Enfermedades de madera

Se trata de un grupo de enfermedades diverso y difíciles de controlar, ya que en algunos casos, como el de la Yesca, su comportamiento puede ser errático a lo largo de los años; sin embargo, también puede manifestarse de una forma extremadamente virulenta, acabando con la vida de la planta en cuestión de días.

Lo que si tienen en común este grupo de enfermedades es las destrucción del sistema vascular de la planta, es decir, la pudrición de los tejidos conductores de la vid, que colonizada por los hongos, acaban necrosándose. Los hongos se desarrollan en el interior de la madera, por este motivo resulta tan complicado luchar contra este grupo de enfermedades.

Actualmente, desde el punto de vista químico, no existen productos fitosanitarios curativos eficaces para combatir este grupo de enfermedades, por lo que únicamente se puede actuar de forma preventiva y cultural.

3.- Recomendaciones Cultifort

Desde Cultifort recomendamos la prevención frente al control químico. Para ello, frente al grupo de enfermedades causadas por hongos en el cultivo de la vid, contamos con un amplio abanico de posibilidades dentro de nuestro portfolio de productos, cuya actuación es principalmente preventiva.

FOLIQUINO, cuya principal materia activa es el lignosulfonato de aluminio, tiene una alta capacidad de penetración y traslocación en la planta, tanto por vía foliar como radicular, con sistemia ascendente y descendente. Su función consiste en introducir en la planta sales de aluminio para favorecer la síntesis de compuestos naturales que mejoran la defensa contra determinados patógenos fúngicos y bacterianos en raíces, troncos, ramas, hojas y frutos. Al tener un potente efecto sobre la mejora de la circulación de la savia, supone una importante herramienta para la lucha, prevención y recuperación frente a las enfermedades de madera. Se recomienda su aplicación en los periodos de mayor desarrollo vegetativo, especialmente en aquellos casos en los que se hayan detectado enfermedades de madera, repitiendo las aplicaciones en periodos de 10-15 días.

En CUVIOL PLUS se asocia el cobre junto con lignosulfonatos y polisacáridos. Se utiliza principalmente para la prevención de enfermedades criptogámicas del tipo antracnosis o mildiu, incrementando las autodefensas de la planta además de aprovechar el efecto antifúngico y antibacteriano propio del cobre. Se trata de un producto muy estable, de fácil asimilación y de alta traslocación. Su utilización esta recomendada tanto por vía foliar como radicular, a lo largo del ciclo vegetativo de la vid y, especialmente en los momentos en los que las condiciones climáticas sean favorables al desarrollo de enfermedades fúngicas. Se recomienda su aplicación durante el ciclo vegetativo y ante condiciones climáticas de alta humedad o lluvia y temperaturas templadas.

FOLIQUINO

 

 

CUVIOL

SPIRALIS ECO LONG LIFE es una formulación de ácidos orgánicos especiales junto con un complejo de péptidos seleccionados, relacionados con microalgas rojas (Gellidium) y verdes (Spirulina). Su funcionalidad se basa en inducir y potenciar el incremento endógeno local y sistémico de moléculas con alta capacidad defensiva (alcaloides, tioninas, fitoalexinas, proteínas PR, etc.). Por otro lado, induce cambios estructurales en las paredes celulares de las plantas a nivel de su lignificación, constituyendo de este modo una barrera física frente al estrés abiótico. Estimula especialmente los niveles de respuesta de Resistencia Sistémica Adquirida (RSA) y Resistencia Sistémica Inducida (RSI) de la planta frente a hongos y bacterias, entre otros. Su uso se recomienda cada 10-15 días, cuando se den situaciones de riesgo y/o mientras se mantengan las condiciones favorables para el desarrollo de enfermedades. Su efecto antifúngico y antibacteriano de amplio espectro, a nivel de prevención, y su efecto sobre la mejora de la vida post-cosecha de los frutos, convierten a Spiralis Eco Long Life en uno de los productos más completos y técnicos del catálogo de Cultifort.

CULTISANO Cu es una combinación líquida de cobre con EDTA junto con quitosano. Este formulado aprovecha la sinergia entre el poder protector del cobre y la mejora de las defensas antifúngicas y antibacterianas inducidas por el quitosano. Las aplicaciones foliares de Cultisano Cu crean un film protector alrededor de la superficie vegetal, previniendo frente a la colonización por parte de agentes externos. Desde un punto de vista nutricional, estimula el crecimiento de raíz y parte aérea, retrasa la senescencia de la planta y alarga su vida productiva. Se recomienda su aplicación a partir del inicio del desarrollo vegetativo repitiendo cada 20-30 días y evitando los periodos de floración. Aplicado 10-15 días antes de recolección, ayuda a alargar la vida post-cosecha de los frutos.

SPIRALIS ECO

CULTISANO CU