Buenas practicas agrícolas: Uso eficiente del agua de riego

El agua puede considerarse como el recurso natural más importante. Es el líquido más abundante en la Tierra y supone un elemento fundamental e insustituible no solo como base de toda forma de vida, sino también para el normal funcionamiento de muchos sectores, entre ellos la agricultura.

El agua puede ser considerada como un recurso renovable cuando se controla cuidadosamente su uso, tratamiento, liberación y circulación. Sin embargo, El agua es un recurso escaso y vulnerable. Su protección pasa por fomentar el ahorro, limitar y, posteriormente, suprimir los usos irracionales. Por ejemplo la mala costumbre de confundir el inodoro con la papelera, provoca un uso innecesario de agua, haciendo que parte de la basura vaya a parar directamente a cauces fluviales.

El uso del agua en agricultura debe hacerse, por tanto, de la manera más racional posible. La conversión de sistemas de riego a manta en sistemas más eficientes como el goteo, o un buen diseño de sistemas de riego por aspersión, cuando el goteo no sea posible, son medidas indispensables para garantizar la sostenibilidad y el uso eficiente del agua en agricultura.

El año pasado, Cultifort se unió a la iniciativa de impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible así como el saneamiento para todos” es el sexto de los diecisiete ODS establecidos por Naciones Unidas. Relacionado con este objetivo, en Cultifort queremos hacer una breve y simple recomendación para mejorar la “Eficiencia en el Uso del Agua” basada en 3 aspectos claves para un buen riego:

 1. Regar en las horas adecuadas.

Preferiblemente debe regarse a primera o última hora del día, ya que durante las horas centrales o de máxima radiación solar, parte del agua se perdería por evaporación al entrar en contacto con el sustrato caliente. Regando en las horas en que el suelo esté más fresco, aseguraremos que las raíces reciben y asimilan mayor parte del agua que usemos.

2. Regular la periodicidad de los riegos.

Los riegos deben ser periódicos y paulatinos para que el agua se infiltre poco a poco y sea retenida lo máximo posible. Si la superficie del suelo llegara a secarse entre riegos, adquiriría cierta “impermeabilidad” que haría que al regar, el agua no se infiltrara bien, aumentando la escorrentía superficial.

3. Reposar el agua.

El agua clorada sin reposar puede afectar negativamente a los microorganismos beneficiosos del suelo, además puede contener sólidos en suspensión capaces de obturar algunos elementos del sistema de riego. Si no se dispone de filtros adecuados, una buena alternativa de manejo sería almacenar el agua previamente en bidones, depósitos o balsas, como mínimo 24 horas, antes de ser utilizada para regar. Con esta técnica, parte o la totalidad del cloro contenido en el agua se evaporará, y los sólidos en suspensión de mayor tamaño decantarán, evitando así los efectos negativos del agua sobre la microbiota del suelo además de ayudar al buen mantenimiento del sistema de riego.

 Además, las soluciones nutricionales de Cultifort optimizan el consumo de agua, de modo que se reduce el consumo de esta a la vez que se aporta lo que la planta necesita.

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