Las cucurbitáceas son una familia de plantas de gran importancia etnobotánica. Ocupan el segundo lugar en España y Europa en lo que a producción hortícola se refiere. Concretamente, Almería es la región con la mayor superficie de producción de hortalizas de invernadero de la Unión Europea. Las cerca de 30.000 hectáreas de invernaderos se dedican principalmente a la producción de solanáceas y cucurbitáceas, incluyendo estos últimos, importantes cultivos hortícolas como pepino, calabacín, melón y sandía, con 5.023, 7.439, 2.589 y 10.524 hectáreas, respectivamente (Fuente: Anuario de Estadísticas Agrarias 2019. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Junta de Andalucía).
El desarrollo del cultivo puede verse afectado por factores bióticos (acción de seres vivos) o abióticos (acción de factores físicos y químicos, como pueden ser sequía, calor, frío, carencias nutricionales o fitotoxicidades, etc.). Uno de los grandes desafíos de este tipo de cultivo es el manejo de plagas y enfermedades. Su presencia está relacionada en mayor medida con la climatología y las prácticas de cultivo. Esto pone de manifiesto la importancia de mejorar el sistema defensivo natural de la planta, ya que no siempre nuestros cultivos se desarrollan en las condiciones óptimas e ideales.
El desarrollo de resistencias por parte de determinados insectos fitófagos y de ciertos agentes patógenos, causado por el uso excesivo de pesticidas genéricos y por prácticas de cultivo inadecuadas (abandono de cultivos infectados, falta de rotación, etc.), unido a la, cada vez mayor, perdida de materias activas para el control de plagas y enfermedades y a las exigencias normativas en el ámbito de los fertilizantes, ha propiciado el desarrollo de insumos alternativos, como por ejemplo el empleo de organismos beneficiosos o de bioestimulantes para mejorar la tolerancia a diversos factores de estrés, todo ello con el objetivo de poder reducir el uso de pesticidas.
Con la finalidad de disminuir los daños causados por los agentes externos, aumentar la resistencia de los cultivos frente al estrés y ayudarles en su recuperación, en Cultifort hemos desarrollado el bioestimulante SPIRALIS ECO Long Life, fruto de la innovadora línea de I+D+i: la Biotecnología Defensiva Natural.
Este fertilizante actúa principalmente a modo preventivo y regenerativo. Induce y potencia un incremento endógeno local y sistémico de moléculas con alta capacidad defensiva, es decir, produce un efecto bioprotector frente a los factores de estrés externos. Las moléculas endógenas defensivas sintetizadas inducen cambios estructurales en las paredes celulares de las plantas a nivel de su lignificación, constituyendo una barrera física frente a los distintos factores de estrés.
Además de mejorar la capacidad defensiva de la planta, SPIRALIS ECO Long Life mejora ostensiblemente la vida post-cosecha protegiendo los frutos frente a pudriciones, degradaciones u otras alteraciones.
Durante la campaña 2017-18 se llevaron a cabo en Almería diversos ensayos con SPIRALIS ECO Long Life en cucurbitáceas. Se consiguieron aumentos de producción del 26 y del 28% en pepino holandés y en melón piel de sapo, respectivamente, debido principalmente a una mayor sanidad de los cultivos, lo que se tradujo a un aumento del tamaño de los frutos y, por tanto, a un mayor peso de los mismos.
En este artículo se presentan con más detalle los resultados obtenidos para cultivo de calabacín. Para la realización del ensayo, se establecieron distintas parcelas elementales de idéntica superficie, sobre las cuales, se realizaron tratamientos semanales de SPIRALIS ECO Long Life durante todo el ciclo del cultivo, frente a sus respectivos controles, sin tratamiento (testigo).
En cuanto a los resultados evaluados, en la variedad Sinatra, se registró un aumento del 5,2% del grosor de los calabacines procedentes del tratamiento con SPIRALIS ECO Long Life (Figura 1), lo que se tradujo en un 14,8% más de peso de estos frutos respecto al tratamiento testigo (Figura 2). Además se observó una reducción en la incidencia de enfermedades de un 3% respecto al control (Figura 3).
En una experiencia similar en la variedad SV9519 Monsanto cabe destacar la reducción de un 15% de frutos no comerciales en el caso del tratamiento SPIRALIS ECO Long Life respecto a su control correspondiente (Figura 4).
La producción media de calabacín en Almería durante la campaña 2017-18 fue de 5,8 kg/m2 (Fuente: Anuario de Estadísticas Agrarias 2019. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Junta de Andalucía) cuyo precio medio en origen cotizó en 0,52 €/kg (Fuente: Observatorio de precios y mercados. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Junta de Andalucía). Gracias al uso de SPIRALIS ECO Long Life se consiguieron incrementos productivos de 0,86 kg/m2, lo que traducido a términos económicos supuso 0,44 €/m2 más de beneficio económico.
Extrapolando estos resultados a nivel de superficie por hectárea, el uso continuado y periódico de SPIRALIS ECO Long Life durante todo el ciclo de cultivo en calabacín, retornaría un beneficio importante al agricultor, que justificaría sobradamente el coste del tratamiento.