Dentro de la horticultura mundial, el cultivo del tomate se establece como una de las principales alternativas productivas. El tomate es una hortaliza que presenta una alta diversidad genética, existiendo innumerables variedades con distinto aspecto, color y sabor. Este hecho, unido a su dinamismo (consumo en fresco o procesos industriales) y a la incorporación de nuevas tecnologías, hacen que esta solanácea se adapte a diferentes sistemas productivos, entre los que destacan el cultivo bajo invernadero.

 

La demanda mundial de tomate aumenta continuamente y, con ella su producción y comercialización. Sin embargo, este incremento productivo obedece más a un mayor rendimiento que a un incremento de la superficie cultivada. Estos rendimientos superiores a su vez, son producto de la incorporación de nuevas tecnologías de cultivo, que permiten el manejo de los factores ambientales (climáticos) y recursos naturales (agua, suelo, fertilizantes) conjuntamente al manejo y prácticas adecuadas del cultivo.

 

Dentro de todo este manejo global que permite la producción de tomate durante todo el año, hay que prestar especial atención, no solo a la fertilización, al manejo del riego y a la correcta elección de variedades y portainjertos, sino también al control de plagas y enfermedades.

 

Las plagas y enfermedades que afectan al cultivo del tomate deben ser manejadas de tal manera que se minimicen los efectos nocivos que éstas tienen sobre las plantas, tratando de evitar la contaminación del medioambiente con pesticidas químicos y minimizando los costos de control de manera que no afecten a la productividad del cultivo.

Las enfermedades son procesos dinámicos causados por organismos que denominamos patógenos. Entre ellos destacan hongos, bacterias y virus, que pueden provocar pérdidas importantes de rendimiento y calidad comercial de los tomates bajo invernadero. Estos agentes pueden afectar a las plantas en diferentes estados de desarrollo y disminuir su vida útil. Para que se manifiesten deben confluir tres factores: (1) que haya presencia de estos organismos en el cultivo, (2) que la planta sea susceptible y (3) que las condiciones ambientales de temperatura y humedad, entre otras, permitan al agente causal enfermar a la planta.

 

Las exigencias de los consumidores respecto a calidad y sostenibilidad y las normativas y restricciones de materias activas para el control fitosanitario, hacen del control integrado una de las estrategias de manejo más importantes a día de hoy. Esta estrategia de control de enfermedades prioriza la prevención frente al control, de manera que la alternativa química siempre debe ser la última opción de manejo. Es aquí donde entra en juego el desarrollo de productos multifuncionales, como por ejemplo bioestimulantes con un efecto que va más allá del puramente nutricional.

En Cultifort lleva años trabajando en una innovadora línea de I + D, la Biotecnología Defensiva Natural. Fruto del desarrollo de esta biotecnología funcional, destacan productos como SPIRALIS LONG LIFE y su versión ecológica, así como dos formulaciones líquidas a base de quitosano, CULTISANO y CULTISANO Cu, también certificadas para su uso como insumos en agricultura ecológica.

 

SPIRALIS LONG LIFE y SPIRALIS ECO LONG LIFE potencian el efecto bioprotector frente a diversos factores de estrés abiótico. SPIRALIS activa los mecanismos de defensa natural de las plantas a través de dos mecanismos de acción:

  1. Cambios estructurales en la paredes celulares, constituyendo de este modo una barrera física frente al estrés abiótico.
  2. Inducción de la síntesis de moléculas endógenas con alta capacidad defensiva, capaces de atacar la pared celular de ciertos agentes patógenos cuando estos intenten colonizar la planta.

 

Por otro lado, CULTISANO y CULTISANO Cu, son combinaciones líquidas de quitosano. El quitosano es el derivado principal de la quitina, un polímero natural procedente del caparazón de los crustáceos con propiedades de control sobre el desarrollo de determinadas bacterias y hongos. Además de activar mecanismos de autodefensa de las plantas, desde el punto de vista nutricional, estimula el desarrollo vegetal, retrasa su senescencia y alarga la vida productiva.

 

CULTISANO está indicado para fortalecer el sistema radicular, mejorar el enraizamiento y aumentar la resistencia de la planta a infecciones por determinados agentes patógenos.

 

CULTISANO Cu aprovecha la sinergia entre el poder protector del cobre y la mejora de las defensas antifúngicas y antibacterianas inducidas por el quitosano, de forma que aporta dos frentes de acción:

  1. Interno: el cobre es un elemento involucrado en la autodefensa de las plantas y necesario para muchas funciones.
  2. Externo: las aplicaciones foliares de quitosano crean una capa protectora sobre la superficie que previene la colonización de agentes patógenos.

 

Hasta ahora, el invierno ha traído consigo condiciones ambientales favorables para el desarrollo y proliferación de agentes patógenos. Por lo tanto, ya sean necrosis, marchitamientos o podredumbres de raíz, tallo, hojas o frutos, las aplicaciones preventivas de SPIRALIS o CULTISANO, en cualquiera de sus formulaciones, nos van a ayudar a reducir la necesidad del uso de pesticidas químicos frente al control de los agentes patógenos causantes de estas y otras enfermedades.

Fuente: Fhalmeria