La fresa, cuyo nombre procede del latín fragas, es una rosácea del genero Fragaria cuyas especies se encuentran difundidas por todas las zonas templadas y subtropicales. La fresa de frutos gruesos cultivada en la actualidad ha sido reconocida como un  hibrido de F. virginiana y chiloensis, y se designa botánicamente como la especie Fragaria X ananases Duche. (Branzanti, 1985).

Tradicionalmente el cultivo de la fresa ha sido plurianual. Hoy en día, y principalmente tras la implantación del cultivo con planta frigo, la duración del cultivo se establece en un año, tras el cual se levanta la cosecha (Maroto y López, 1988).

Para la plantación de la fresa pueden utilizarse dos tipos de plantas:

  • Planta fresca: procedentes del vivero se llevan al terreno de asiento a partir de finales de octubre o primeros de noviembre, cuando la planta ha comenzado a entrar en latencia. Debido al clima suave, las plantas se desarrollan durante el invierno, con un inicio de la producción en febrero, el cual va en aumento en los meses sucesivos. Este tipo de plantación de fresa es apto en zonas cálidas con un invierno templado, por lo que es el sistema utilizado mayoritariamente en Huelva.
  • Planta frigo: se saca del vivero en invierno cuando entra en reposo vegetativo, después se conserva en cámaras frigoríficas a 1 ó 2ºC bajo cero hasta la plantación de verano en el mes de julio o agosto. Este sistema de plantación, aunque asume unos costes mayores al adelantar la fecha de trasplante a los meses de verano, permite un mayor desarrollo de las plantas antes de entrar en el reposo vegetativo invernal, una mayor inducción floral y por tanto una producción más elevada. Es el sistema utilizado mayoritariamente en el litoral mediterráneo.

Generalmente las plantas frescas producidas en los viveros son arrancadas, acarreadas a un almacén, manipuladas para eliminar las hojas y clasificarlas, agrupadas en manojos, embolsadas, almacenadas en cámaras frigoríficas y transportadas a las zonas de producción. Habitualmente este proceso se realiza en 24-48 horas para evitar el excesivo desecamiento de las raíces y minimizar la incidencia de enfermedades, pero con todo, las plantas pierden parte de sus raíces y tienen que volver a emitir nuevas tras el trasplante, lo cual afecta al nivel de reservas acumuladas, especialmente de almidón, al ser en el sistema radical donde se almacena la mayor parte de este.

Durante el otoño, las plantas de fresón sometidas a fotoperiodos cortos y a temperaturas bajas (<7ºC) durante un periodo de 4 a 6 semanas, variable según cultivares, entran en un periodo de reposo vegetativo (Durner et al., 1986). En este estado las plantas resisten mucho mejor las condiciones invernales, en concreto las heladas y los encharcamientos. Este reposo vegetativo es necesario para que las plantas de fresón, en particular las plantas frescas, soporten mejor las condiciones del propio trasplante (principalmente arrancado, manipulación y transporte). Asimismo, durante este periodo se incrementan las reservas de las plantas en la corona y en las raíces, mejorando el vigor de la planta tras la plantación, la producción precoz, el tamaño del fruto y la Producción total (Voth, 1989).

Tras el trasplante, las plantas de fresón han de emitir nuevas raíces y la emisión de hojas empieza de forma más o menos rápida dependiendo de la temperatura incidente. Si está es elevada permite el rápido desarrollo del sistema vegetativo de la planta, comenzando también la floración. Algunos autores han puesto de manifiesto que en estas condiciones se produce un solapamiento de los procesos de formación de nuevas raíces y de emisión de hojas y ramilletes florales, lo que repercute en una reducción importante del tamaño del fruto (Maroto et al., 1996).

Por el contrario, si la temperatura no es elevada, la planta tiene aun un periodo más o menos largo para emitir el nuevo sistema radical y comenzar el nuevo periodo de inducción floral que tiene lugar tras la plantación en el terreno definitivo.

Por lo tanto, una de las fases más críticas y determinantes para tener éxito en una plantación de fresón es el trasplante, donde la planta ha de hacer frente a la formación de nuevas raíces y a la emisión de hojas y ramilletes florales, con un nivel de reservas parcialmente limitado.

Por ello, desde el departamento técnico de Cultifort nos gustaría hacer la siguiente recomendación de cara, no solo a ayudar a la planta a superar el estrés post-trasplante, sino también para mejorar su sistema inmunitario y reforzarla frente a posibles patologías que podrían estar relacionadas con esta fase de cultivo.

MICROVITAL – L es una formulación líquida de moléculas orgánicas de origen vegetal con magnesio y micro elementos, que influye positivamente en los parámetros físico-químicos del suelo además de mejorar la microbiota del mismo. Gracias a los complejos y moléculas flavonoides que formula, mejora la actividad metabólica de las plantas potenciando la formación de nuevas raíces y pelos absorbentes; participan en importantes funciones, como por ejemplo protegerle de los efectos nocivos de la radiación UV y ejercer una eficaz actividad antioxidante y tienen propiedades de quitación de hierro y otros metales de transición. Además de ello, ayuda a prevenir estados carenciales de magnesio, boro, manganeso y zinc.

SPIRALIS Long Life es una formulación líquida a base de complejos de ácidos orgánicos y péptidos seleccionados, relacionados con algas verdes y rojas, que potencian el efecto bioprotector frente a diversos factores de estrés abiótico. Es un inductor de las defensas naturales de las plantas (fitoalexinas y proteínas PR), potenciando de ese modo la síntesis de moléculas endógenas, con alta capacidad defensiva y con sistemia, tanto ascendente como descendente, lo que hace que puede aplicarse tanto por vía foliar como radicular. Las moléculas endógenas defensivas sintetizadas inducen cambios estructurales en las paredes celulares de las plantas a nivel de su lignificación, constituyendo de este modo una barrera física frente al estrés abiótico.