El almendro generalmente se considera un cultivo rústico, muy tolerante a la sequía (Torrecillas et  al., 1989) sin embargo, los productores son tremendamente dependientes del  aporte de agua y nutrientes de cara a obtener altos rendimientos de calidad óptima en sus  cultivos (Micke, 1996).

Fruto Almendro

El establecimiento de un programa de fertilización de referencia es básico para permitir la expresión de la productividad, para conseguir un buen desarrollo y para evitar, o al menos disminuir, la vecería (Salazar y Melgarejo, 2002).  Si bien este tipo de programas han de adaptarse a las características  particulares  de  la  parcela  y  realizarse  previo  análisis  del  suelo,  de  las extracciones por producción por poda y de las hojas.

 

Almendro

 

Gruhn  et al. (2000) y Tagliavini y Scandellari (2012) insisten en la necesidad  de  conocer  los  denominados  “ciclos  de  nutrientes”  como  continuo  reciclaje  de nutrientes desde y hacia el suelo, que involucra interacciones biológicas y químicas y que, a día de hoy, siguen sin estar totalmente explicadas (Hamdi y Abadia, 2013). El ciclo incluye aportes que añaden nutrientes  al  suelo  tales  como  fertilizantes  minerales,  materia  orgánica,  deposición atmosférica,  fijación  biológica  de  nitrógeno  y  sedimentación, además  de  extracciones  que incluyen tanto la cosecha como otras pérdidas del árbol, así como también aquellos nutrientes perdidos por lixiviación en forma de gases o erosión.

Los contenidos foliares de elementos nutritivos más habituales según las fuentes del Misterio de Agricultura, Pesca y Alimentación se describen en la siguiente tabla:

Elementos nutritivos en el almendro

 

La fertirrigación facilita la absorción progresiva de nutrientes en pequeñas aportaciones a nivel de las raíces y permite adaptarse a cada etapa del cultivo. Así mismo favorece una mejor respuesta tanto productiva como cualitativa del almendro (Valverde et al., 2006).

En cuanto a la importancia básica de cada uno de los principales elementos nutritivos en el almendro cabe destacar lo siguiente:

  • Nitrógeno: Bruulsema et al. (2008) describen al nitrógeno común elemento importante en el crecimiento inicial del árbol dado que promueve su crecimiento vegetativo. Si bien los requerimientos del almendro en nitrógeno suelen ser bastante bajos, en zonas de secano se trata de un elemento muy necesario para el correcto desarrollo del frutal.

 

Nitrogeno

  • Fósforo: el fósforo es un elemento clave en el transporte de energía, forma parte de las nucleoproteínas e interviene en funciones vitales como la fotosíntesis y la división celular entre otras (Muncharaz, 2004). Salazar y Melgarejo (2002) destacan la importancia que tiene este elemento en la formación de raíces al favorecer el desarrollo de meristemos.

 

Fósforo

  • Potasio: el potasio favorece la concentración de asimilados en los frutos, de ahí que una deficiencia en potasio limite el tamaño del fruto (Reidel et al., 2001). Es un elemento indispensable  para  el  crecimiento  de  los  árboles  pues  activa  gran cantidad de enzimas y desempeña un papel principal en las relaciones hídricas de los mismos  y  además  mejora  la  resistencia  de  las  plantas  a  plagas  y  enfermedades. (García-Serrano et al., 2010).

Potasio

 

  • Boro: si bien, el boro es un oligoelemento de bajo requerimiento por parte del almendro, su carencia implica un aumento muy considerable de las anomalías florales. Pese a tratarse de un elemento móvil cuyo abonado vía foliar es muy eficiente en esta especie (Brown, 2007), Salazar y Melgarejo (2002) recomiendan que las necesidades del árbol deben quedar cubiertas antes de la brotación.

 

Boro

  • Zinc: de forma similar al boro, el zinc es un elemento importante en la floración del almendro. Sotomayor et al. (2001) destacan la acción que ejerce la aplicación foliar de una combinación de boro y zinc en el cuajado de la almendra.

 

Zinc

Para optimizar la producción del almendro, es condición indispensable y primaria que las flores cuajen y se desarrollen adecuadamente sus frutos, que son los que contienen las semillas o almendras. Para alcanzar este propósito deben ocurrir sin limitaciones todos los eventos, que van desde la formación de yemas florales, floración, polinización, fecundación, cuajado y desarrollo del fruto, hasta su madurez (Sotomayor, 1997).

El cuajado de frutos de almendro se asocia a factores ocurrentes en la floración, tanto ambientales como limitantes: temperatura, humedad relativa, ausencia de lluvias, trabajo eficiente de insectos polinizadores, reservas de Nitrógeno (N), Carbono (C), Boro (B) y Zinc (Zn), entre otros; como inherentes a la especie frutal misma: combinación adecuada de cultivares polinizantes compatibles y coincidentes (Grasselly y Crossa-Raynaud, 1984).

 

Polinización

 

Las condiciones a que se ve enfrentada la planta después del cuajado de frutos determinan también la cosecha final. Como el almendro es una semilla comestible, interesa que el máximo de frutos cuajen y persistan hasta la cosecha para finalmente obtener sus semillas. Por lo tanto, tanto el cuajado como el posterior mantenimiento de frutos en cada temporada son esenciales en la productividad de este frutal. Los niveles de cuajado considerados adecuados en almendro, fluctúan entre 20 y 30% (Nyomora et al., 1997). Sin embargo es posible encontrar niveles de cuajado desde un 5 hasta un 50%, según las condiciones agroclimáticas de una plantación (Hill et al., 1985).

Aplicaciones foliares correctivas de B aplicado en cosecha, consiguieron aumentar entre el 26 y el 59% el cuajado frutal respecto a un tratamiento testigo sin aplicaciones de B (Nyomora y Brown, 1999).

 

Flor Almendro

 

En diversos frutales se ha podido determinar que bajos niveles de B pueden restringir el cuajado de frutos, reducir la retención y desarrollo de los mismos y mermar los rendimientos de cosecha (Sotomayor y Silva, 1999). La gran mayoría de los ensayos realizados al respecto han sido con árboles que no mostraban deficiencia de B, por lo que se supone que existe un requerimiento específico y localizado de este micronutriente en el proceso reproductivo de muchos árboles frutales (Nyomora et al., 1997).  En este sentido Silva y Rodríguez (1995) señalan que el B puede presentar una concentración adecuada en las hojas u otros órganos, pero encontrarse deficiente en los tejidos meristemáticos o en los florales. La acción del B en los procesos de floración y fructificación parece ser indirecta y estar determinada por otros mecanismos en que participa este microelemento, tales como la absorción y transporte de iones y carbohidratos en la planta (Parr y Loughman, 1983).

 

Fruto almendro

 

Una deficiencia de “B” alteraría el transporte de azúcares hacia la flor en desarrollo, reduciendo el dulzor del néctar y haciéndola menos atractiva en la polinización por abejas (Marschner, 1986). También se postula que el B influye en la síntesis de flavonoides, compuestos relacionados con viabilidad y capacidad germinativa del polen (Taylor et al., 1994).

Nyomora et al. (1997) señalan al respecto que deficiencias de B determinan una menor viabilidad y germinación del polen y una reducción en la tasa de desarrollo del tubo polínico, en tanto Silva y Rodríguez (1995) consideran que los síntomas de deficiencia son normalmente un mayor aborto floral y un cuajado imperfecto, entre otros problemas. Por otra parte, Lewis (1980) menciona que el B juega un papel fisiológico en la inactivación de la callosa, elemento que suele obstaculizar la penetración del tubo polínico en el estilo floral de diferentes frutales, especialmente entre cultivares incompatibles.

 

Almendro en flor

 

Otro elemento que se ha asociado con la productividad frutal es el zinc. Los síntomas clásicos de la deficiencia de Zn son hojas pequeñas y arrosetadas, acortamiento de entrenudos y en casos graves, defoliación y muerte de ramillas. En términos generales, la acción del Zn en las plantas consiste en activar diversos procesos enzimáticos, como la fosforilación de la glucosa, permitiendo así la formación de almidón, peptidasas y la transformación de aminoácidos a proteínas (Silva y Rodríguez, 1995).

El Zn está involucrado en la formación de auxinas a través de la síntesis de triptófano, precursor de ellas, por lo tanto, la deficiencia de este micronutriente se revela mediante un descenso drástico en los niveles de auxinas en la planta y además éstas exhiben mayor actividad de indolacético-oxidasa, que degrada el ácido indolacético existente. Las auxinas desempeñan un papel fundamental en el crecimiento de las hojas, brotes y frutos en las plantas.

 

Fecundación planta

 

Algunos autores señalan que existe un efecto del Zn sobre el cuajado y peso de frutos. Viveros (1996) considera que, en almendros, las deficiencias de Zn y B, causan crecimiento irregular de la planta y de sus frutos, excesiva caída de éstos y menores cosechas. Según Brown y Uriu (1996), el atraso en la floración de almendros debido a la falta de Zn, suele determinar pobre polinización e importante reducción en a la producción de frutos. Señalan también que las almendras producidas en árboles deficientes en Zn son más pequeñas de lo normal.

Almendra

 

Ya es habitual en almendro realizar aplicaciones foliares de B y Zn desde la maduración hasta la postcosecha. También se realizan durante la floración, pero su efectividad no está demostrada.

Las aplicaciones de boro  post-cosecha, son muy efectivas, ya que es un elemento muy móvil, que se almacena y permanece en alta concentración hasta la próxima floración, mejorando la fecundación y por lo tanto el cuajado. El zinc, de gran importancia en el crecimiento y en la germinación del polen, debe ser aplicado en post-cosecha solo cuando los valores de análisis foliar estén bajos o cuando las especies frutales sean muy demandantes de este elemento, como es el caso del almendro.

Por todo ello, desde el departamento técnico de Cultifort, nos gustaría recomendar una serie de productos de cara a mejorar la floración y cuajado en almendro:

MICROVITAL-L. Formulación líquida de moléculas orgánicas de origen vegetal con magnesio y micro elementos. Influye beneficiosamente en los aspectos biológico, químico y físico del suelo. La materia orgánica es esencial para la vida del suelo, favoreciendo el desarrollo de la microbiota. Mejora la aireación, capacidad de infiltración y retención de agua, aumenta la relación carbono/nitrógeno (C/N) y con ella la fertilidad del suelo, mejora el complejo arcillo-húmico, capacidad de intercambio catiónico (CIC) y la disponibilidad de  nutrientes, facilita la formación de raíces y la actividad metabólica de las plantas y retrasa la senescencia foliar, ayudando a la planta a permanecer fotosintéticamente activa durante más tiempo, lo que conllevará una mayor acumulación de sustancias de reserva. Evita además las principales carencias de microelementos. Gracias a sus moléculas flavonoides, el magnesio y los microelementos, aporta un plus diferencial a los cultivos.

Microvital

CULTIBORO PLUSFormulación líquida de boro, complejado con etanolamina y azúcares reductores, de fácil asimilación. Recomendado para mejorar la floración (calidad del tubo polínico y del polen) y el cuajado, así como para inducir el crecimiento radicular y la renovación de pelos absorbentes, debido a que está implicado en la división celular y actúa como precursor de ciertas hormonas. Este elemento suele estar en niveles deficientes en suelos calcáreos y fácilmente lixiviables o en suelos ligeros, lo que induce a su carencia.

 

Cultiboro Plus

 

MANZIFORT. Formulación líquida de elevada riqueza en zinc y manganeso quelatados con EDTA, ácidos policarboxílicos y azúcares reductores. Facilidad de aplicación, rapidez de acción y eficacia, son las principales características conseguidas con este corrector simultáneo de zinc y manganeso, ya que son carencias que suelen estar asociadas en muchos cultivos, siendo conveniente controlarlas conjuntamente. El zinc actúa principalmente como activador enzimático, destacando la síntesis de auxinas (ácido indolacético u hormona del crecimiento); mientras que el manganeso es otro activador enzimático relacionado con el metabolismo de carbohidratos y ácidos grasos, así como en la formación de ácidos nucleicos y en el ciclo de Krebs, y junto con otros metales, es activador de la Arginasa y la fosfatasa, además de actuar en la fotólisis del agua en la fotosíntesis.

Manzifort

 

 

REFERENCIAS

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